Reseña: “The Umbrella Academy”, de Gerald Way y Gabriel Bá
–Bueno,
esto ha sido un completo sinsentido...
–¿Qué?
¿No acabamos de salvar el universo?
¿Y si les dijera que el vocalista principal de My Chemical Romance es la mente maestra detrás de uno de los
mejores cómics del siglo XXI? ¡Así es!: con el guión de Gerald Way y el estilo
gráfico del dibujante brasileño Gabriel Ba, The
Umbrella Academy se abrió paso en el universo de las historietas para
llevarse nada más y nada menos que dos premios Eisner en el año 2008. Los
Eisner son los Premios Óscar de los cómics. Lo que significa que el desquiciado
experimento de Way/Ba tuvo éxito en lo que se propuso, es un material original
o es altamente recomendable. Esta historia cumple con estas tres condiciones en
tiempo y forma, así que... ¡vamos a la reseña!
En un año insólito, nacen simultáneamente 43 bebés alrededor del mundo. Todos ellos, de madres solteras sin
aparentes signos de embarazo. Todos ellos, niños «extraordinarios». El magnate,
científico e inventor Reginald Hargreeves movió cielo y tierra para hallar a
los 43. De los cuales sólo pudo hallar a 7. Después de dar una conferencia de
prensa, él y los pequeños desaparecen. Durante años no se vuelve a saber nada
de ellos... ¡hasta que la Torre Eiffel empieza a temblar sin razón aparente!
Las autoridades francesas no saben
cómo reaccionar ante este extraño fenómeno. ¡Y lo que es más extraño aún!:
aparecen, como de la nada, un grupo de niños con cinturones antigravedad en el
corazón de París, para solucionar el problema. Así es como comienza The Umbrella
Academy: con personajes pintorescos, dispositivos extravagantes, fenómenos
sobrenaturales, muchas preguntas y pocas respuestas.
No me resulta fácil hallar palabras
precisas para definir esta obra. Es bizarro, pero de una manera tal que nos
presenta un universo rico en personajes, tramas, argumentos y referencias
culturales. En este mundo, la
teletransportación, los monos parlantes con inteligencia desarrollada, las
armas láser y los supervillanos ultraviolentos forman parte de la vida diaria
de Umbrella Academy, una sociedad de
superhéroes conformada por los hijos adoptivos de Hargreeves. Él los ha
criado, entrenado e instruido con la intención de «salvar el mundo». La
pregunta es: «¿De qué?»
En el arco argumental Suite Apocalíptica, constituido por seis
números, Way y Bá exploran la relación
conflictiva de los miembros del equipo con Hargreeves, tanto en la niñez como
en los años siguientes. Reginald es lo más cercano a un padre que han
tenido; por el contrario, el magnate no parece manifestar en ningún momento
muestras de afecto hacia ellos, a tal punto de que les prohíbe que lo llamen
«papá». Para él, los niños sólo son armas de destrucción masiva que pueden ser
utilizadas para mantener el orden en la Tierra. Los héroes han vivido toda su
infancia bajo las órdenes de un padre adoptivo que no les ha dado un gramo de
ternura, salvando al mundo en más de una ocasión mientras otros niños de su
edad asisten al colegio o salen a jugar. La prematura responsabilidad de
mantener el orden a nivel global, condimentado con la falta de afecto y el
autoritarismo del señor H., marcó a los niños de distintas maneras.
Un hombre-simio-astronauta, un justiciero enmascarado que puede respirar
bajo el agua, una mujer de cabello violeta recién divorciada, un bromista que
puede hablar con los muertos, un niño con un reloj de bolsillo, un chico al que
le salen tentáculos por el ombligo y una mujer cuya única habilidad especial es
tocar el violín. Siete
personajes con personalidades totalmente diferentes que se ven obligados a
trabajar en grupo para enfrentarse a todo tipo de amenazas.
Además de Suite Apocalíptica, Way y Bá realizaron una continuación, Dallas, donde los viajes en el tiempo,
los asesinos psicópatas, los viajes psicodélicos y las peleas entre hermanos
adoptivos están a la orden del día. ¡Sí, este cómic tiene todo esto y mucho
más! Y la mejor parte es que ambos arcos
incluyen todos estos elementos en una trama bien construida, llena de momentos
hilarantes, dramáticos, violentos y conmovedores.
The Umbrella Academy nos replantea el significado de ser héroe en un mundo repleto de absurdos,
sinsentidos, desarrollos tecnológicos y relaciones disfuncionales. Arruinar la infancia de siete
criaturas con superpoderes que se enfrentan a peligros mortales tan sólo para complacer
a su padre es el sacrificio que Hargreeves considera necesario para «salvar al
mundo». Una de las preguntas que la historia en sí nos plantea es cómo un
hombre incapaz de sentir afecto por nadie puede aspirar a una ambición tan
noble. Enviar a tus siete hijos a una cruzada contra el crimen y regalarles
caramelos al final del día no es uno de los mejores tips para ser padre.
Si bien en los dos arcos
argumentales de TUA hay un muy buen
uso del recurso del flashback para explicar cómo se ha desarrollado esta
«familia», mayormente son los diálogos y los detalles en las viñetas
(fotografías, cuadros, recortes periodísticos, portadas de libros, etc.) los
que nos proporcionan la información necesaria para terminar de recomponer el
drama de los Hargreeves. El ritmo de la narración no da tregua al lector: la acción es continua, acelerada, nos
engancha desde el primer momento y nos arrastra trepidantemente hasta el final.
Tanto en Dallas como en Suite Apocaliptica tropezamos con
situaciones que nos dejan con la boca entreabierta, escenas que nos hacen decir
«¿Pero qué demo...?» y «¿Qué cará...?»; incluso determinados acontecimientos
que sí veíamos venir desde la primera página acaban por desconcertarnos cuando
culminan en el desenlace.
No todo es impredecible en The Umbrella Academy, pero el guión de Way está lleno de sorpresas,
mayormente agradables; esta no es la clásica historia de superhéroes que
luchan contra supervillanos en el nombre de la justicia. Ellos no son más que
niños que quieren llamar la atención de su papá. Y no lo consiguen. Y esto los
frustra. Pueden mover mundos enteros con las manos y no pueden sacarle una
sonrisa al hombre que les dio un camino a seguir. Por supuesto, no todos los
niños buscan complacer al señor H.; Número Cinco y Kraken (o Nº 2), por
ejemplo, son personajes bastante temperamentales, con carácter fuerte y además
propensos a desafiar a la autoridad. Otros, como Space (Nº 1) y Horror (Nº 6),
confían, respetan y adoran a Hargreeves a pesar de los peligros mortales a los
que éste los expone.
El tratamiento de los personajes en esta historia es impecable y otorga a
los protagonistas una dimensión humana que sólo los mejores escritores han
podido lograr. El arte de
Gabriel Bá le otorga a la obra una riqueza gráfica en cuanto al diseño de los
protagonistas, invocando un estilo que por momentos me recuerda a los
videoclips de Gorillaz o a algunos
elementos de la corriente dieselpunk, pero sin caer en lo garabatesco,
encajando a la perfección con el mundo que Way ha diseñado; un estilo al servicio del surrealismo
rimbombante y desenfadado de un guión minucioso como un mecanismo de relojería,
donde no hay una sola viñeta de más y cada personaje cumple benévolamente con
la función que el autor le ha asignado.
The Umbrella Academy es una de esas obras que cuando las terminás de leer se vuelven
irreseñables, con un argumento tan desopilante que no sabés por dónde empezar. Tal vez mi reseña no haya podido
expresar con exactitud cómo este cómic me voló la tapa de los sesos hasta la
estratósfera. Pero si realmente pensás que está copado tener superpoderes, te
invito a que le eches un vistazo a la vida de los Hargreeves. El poder no nos hace más libres o más
felices. «Un gran poder conlleva una gran responsabilidad» sentenció Ben
Parker. Y la responsabilidad que el señor H. ha puesto sobre los hombros de
estos siete niños es demasiado grande para ser soportada.
Sin rodeos, The Umbrella Academy
es uno de los mejores cómics que he leído hasta ahora. Si realmente estás
buscando algo original o, al menos, una historia poco convencional, que además
de entretenerte por un par de horas también te deje con los ojos desorbitados
después de la lectura, definitivamente esta es la mejor opción.
Comentarios
Publicar un comentario