Reseña: “Outlast: Whistleblower”, de J. T. Perry
Waylon Park, empleado de la
Corporación Murkoff, envía un correo electrónico a un periodista con la
esperanza de que se revelen todos los horrores que oculta el instituto mental
de Mount Massive. A pesar de los recaudos que toma para que no se detecte esta
maniobra, lo descubren y lo someten a un confinamiento solitario muy
particular. Cuando cree que no podría caer más bajo, suenan las alarmas, se
abren las puertas y la verdadera pesadilla comienza. El objetivo: abrirse paso a través del laberinto de sangre en que se
convirtió el manicomio hasta la libertad... o la muerte.
Whistleblower inicia poco antes de la llegada de Upshur al lugar de
los hechos. Aunque ambos personajes no se cruzan directamente, sus peripecias
son casi simultáneas. El jugador se cruzará tanto con nuevos enemigos como con
adversarios que ya han aparecido en la entrega original. Nuestra única aliada
segura será la cámara de video y las baterías son nuestra munición sagrada. Lo
que estás a punto de ver en las sombras pondrá a prueba tu cordura, así que
prepara tu estómago y no respires.
A pesar de que se trata de un DLC
(contenido descargable) y la duración del juego es menor, este título aprovecha al máximo los efectos
sorpresas, las mentes perturbadas y los escenarios aterradores. Whistleblower explota tanto los espacios
abiertos como los rincones claustrofóbicos, ornamentando los ambientes con
cadáveres, miembros mutilados, cráneos, tripas y sangre.
Las notas y los documentos continúan proporcionando información valiosa
acerca de los acontecimientos que dieron inicio a esta masacre. Desde la
perspectiva privilegiada de Park, comprendemos los orígenes del horror de Mount
Massive con los ojos de un arrepentido que sabe qué se está haciendo allí.
No hay mucho que decir además de
los elogios que le llovieron a Red Barrels por el magnífico trabajo realizado
en esta joya del survival horror que
nos pone la piel de gallina.
Si quieren asustarse de verdad, juéguenlo,
o hagan lo que su servidor: ver cómo otros lo juegan. Y si llegan a vivir para
contarlo, nos reencontraremos en la reseña de Outlast 2. ¡Gracias por
leer!
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